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Empresa  y transformación social

Las pequeñas y medianas empresas locales ya tienen implantadas varias iniciativas de responsabilidad social empresarial. En el nuevo episodio de Planeta Puerto Rico abundamos en un reciente estudio realizado por la Cámara de Comercio donde se destaca el compromiso social del empresariado local.

Una hoja de ruta hacia la sostenibilidad

Puerto Rico acaba de unirse a la conversación global sobre sostenibilidad gracias a la Fundación Comunitaria de Puerto Rico y la publicación del primer Informe Local Voluntario sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. En este episodio de Planeta PR, Luis A. Ferré Rangel conversa con el doctor Nelson Colón Tarrats y con la catedrática retirada de la Universidad de Puerto Rico, Palmira Ríos.

Verano caliente,  huracanes intensos

Con un verano que ha batido todas la marcas de calor y la temporada de huracanes en su pico, el Dr. Rafael Méndez Tejeda discute en este primer episodio del podcast Planeta Puerto Rico con Luis A. Ferré Rangel, las repercusiones para lo que queda de la temporada y las consecuencias a futuro.

Puerto Rico: zona de inversión social 
y ambiental

Puerto Rico podría convertirse una zona de inversión de impacto que busca cerrar las brechas sociales y ambientales. En la última edición del podcast En Puerto Rico, discutimos las mejores prácticas para lograrlo. 

Innovación como sostenibilidad

Las empresas privadas que han incorporado sus planes de sostenibilidad financiera, social y ambiental gozan de mayor lealtad de sus empleados y clientes, además de mejor retorno económico. Luis A. Ferré Rangel aborda el tema con tres invitados en la edición más reciente del podcast En Puerto Rico.  

Calentamiento global y salud

Esta semana el planeta rebasó la cifra de 8,000 millones de habitantes.  Mientras en Egipto concluye la Cumbre por el Clima de la ONU, en Puerto Rico se disparan los casos de condiciones respiratorias y aparece una nueva cepa del virus COVID-19. ¿Qué relación guardan la población del planeta, el calentamiento global y nuestras condiciones de salud? Estaremos contestando estas interrogantes y varias más con nuestro invitado, el Dr. Pablo Méndez Lázaro, investigador y experto en el tema, en la edición más reciente del podcast En PR con Luis A. Ferré Rangel.
Luis Alberto Ferré Rangel: En Puerto Rico

La gran mayoría del empresariado local está compuesto por empresas de familia con retos de competitividad, sostenibilidad y sucesión. También forman parte del ecosistema de las pequeñas y medianas empresas (pymes). Por lo tanto, gran parte del patrimonio familiar y financiero local (nativo) yace en un sector que enfrenta retos internos como los mencionados, pero también retos externos tales como el entorno laboral, un proceso lento y engorroso de permisología y los altos costos de la electricidad y materias primas, por mencionar algunos.


Un reciente estudio realizado por la Cámara de Comercio de Puerto Rico reveló que gran parte de los socios entrevistados tienen iniciativas de responsabilidad social empresarial y algunos han incorporado los Objetivos de Desarrollo Sostenible a sus planes de RSE.


Esas son buenas noticias, porque denotan que las pymes ya están posicionadas a incorporar estrategias de sostenibilidad a su escala y esto es importante para la sucesión de la empresa familiar, sea una ferretería, una gasolinera o un supermercado.


Es importante, porque para una economía insular como la nuestra, tan dependiente de los fondos federales y acostumbrada a instrumentos fiscales de atracción de capital externo, lo mejor que pueden hacer las pymes y las empresas familiares es incorporar las nuevas generaciones al negocio de familia para así atraer el talento que hoy en día se escapa y para integrar a la empresa técnicas de innovaciones empresariales y sociales.

Es sencillo: una empresa familiar sin un plan de sostenibilidad no puede garantizar la sucesión del negocio. A la misma vez, una empresa familiar sin un plan de sucesión no puede garantizar la sostenibilidad de la empresa familiar. Sucesión y sostenibilidad son dos caras de la misma moneda.

No es de sorprender que el estudio realizado por la Cámara de Comercio revele el alto nivel de compromiso social de las empresas encuestadas. La gran mayoría son empresas familiares con valores que ayudan a sus empleados y a sus comunidades con los activos financieros y humanos que tenga el negocio disponible al momento.

Además, si algo hemos aprendido en los pasados años es que nos necesitamos los unos a los otros en momentos de emergencia. Pero el tema es que nos necesitamos los unos a los otros cuando no hay emergencia también. Aunque podemos argumentar que Puerto Rico vive en un constante estado de emergencia social.

Y por eso un plan de sucesión familiar y un plan de sustentabilidad son importantes: es pasar de la reacción a la emergencia (la improvisación) a ser proactivos en prepararnos, adaptarnos, y mitigar los efectos de las crisis que vamos a seguir enfrentando, ya sean internas, externas o ambas.

Un plan de sostenibilidad empresarial identifica las actividades que la empresa ya realiza en pos de ambiente, comunidad, empleados y negocio. Luego identifica junto a la gerencia las áreas de riesgo para la sostenibilidad social y financiera del negocio. Y luego establece unas líneas de acción medibles, realistas y visibles para la comunidad, empleados y clientes (“stakeholders” o grupos de interés) para cerrar las brechas que se quieren lograr.

No requiere mayor inversión financiera, pero una vez embarcada la empresa familiar en su ruta de sostenibilidad requiere de compromiso gerencial, ya que el plan de negocio se integrará poco a poco al plan de sostenibilidad para entonces tener una empresa socialmente responsable con sus empleados, comunidad y ambiente. Y darles paso a las nuevas generaciones de empleados y miembros familiares dispuestos a continuar con el legado de la empresa familiar.

Luis Alberto Ferré Rangel: En Puerto Rico

Puerto Rico acaba de unirse a la conversación global sobre sostenibilidad gracias a la Fundación Comunitaria de Puerto Rico y la publicación del primer Informe Local Voluntario sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Países, municipios y ciudades están publicando estos informes voluntarios como una manera de medir la rendición de cuentas en la consecución de las 17 Metas Globales y sus 169 indicadores. El informe de Puerto Rico, que fue redactado por la Dra. Palmira Ríos y financiado por la Fundación Mott, se divide en seis pilares que recogen los 17 ODS: Personas, Derechos, Planeta, Prosperidad, Paz y Alianzas. Es en efecto una “hoja de ruta” para una nueva conversación de país, como lo describe el Dr. Nelson Colón Tarrats, Principal Oficial Ejecutivo y Presidente de la FCPR, quien participara, junto a la Dra. Ríos, en el más reciente podcast Planeta Puerto Rico de este diario.

La persistencia de la pobreza estructural y las brechas sociales, económicas y culturales corroboran que Puerto Rico sigue teniendo una falta de movilidad social interna y sigue padeciendo de una inequidad preocupante con un índice Gini de .55.

Ante el reto de la despoblación y envejecimiento, la sostenibilidad de nuestro país se ancla en la inversión de los capitales comunitarios (sociales, humanos, culturales, ambientales, económicos, infraestructura) según se puede desprender de los hallazgos del informe.
Ante la ausencia de una discusión pública en el año eleccionario sobre sostenibilidad, el Informe Local Voluntario hace una importante aportación (como una vez lo hizo el Informe de Desarrollo Humano en el 2016) al recopilar las estadísticas más significativas de nuestra situación social y económica y fomentar una visión integral e integrada de lo que deben considerarse indicadores de progreso humano.
Resalta la Dra. Ríos sobre la ausencia de estadísticas confiables en departamentos como Salud, y otros, que puedan guiar las decisiones de estas agencias públicas. Publicar la serie de indicadores del informe con el precario estado de las estadísticas de nuestro entorno social fue el reto principal de la redacción del informe. De notar es la brecha que existe entre la aspiración de nuestro marco jurídico (inspirado en nuestra Carta de Derechos consagrados en el 2do. Artículo de nuestra Constitución) para adelantar las causas de nuestra sostenibilidad y la falta de ejecución en la implantación de muchas de estas leyes. 

Asimismo, la Dra. Ríos señala la cantidad de informes y estudios en torno a nuestros derechos y la sostenibilidad que se han quedado en el tintero y en el olvido.

Sin embargo, el informe hace una contribución importante para ayudar a cambiar la narrativa de la escasez y la dejadez hacia una narrativa de un desarrollo humano integral reclamando derechos ya protegidos por nuestra Constitución y haciendo un llamado de acción a todos los sectores a asegurar equidad e inclusión para todos y todas; a fortalecer nuestra resiliencia ambiental y social; a impulsar un desarrollo sostenido e inclusivo y reclamar la paz a un gobierno capaz de garantizar seguridad, equidad y justicia.

Ante este cuadro, son las organizaciones de base comunitaria, las escuelas, las universidades, algunos sectores empresariales y ciudadanas y ciudadanos, los que mejor preparados están para adelantar la Agenda 2030 para Puerto Rico.

Medios y sociedad debemos seguir educándonos para adelantar una conversación de un país que busca unirse en reducir las brechas que nos acechan y construir desde nuestros propios capitales. En este sentido, la primera edición del Informe Local Voluntario de Puerto Rico puede convertirse en un documento de trabajo no solo de país, si no municipal, comunitario, empresarial y personal.

Luis Alberto Ferré Rangel: En Puerto Rico

Concluido el verano con temperaturas récord aquí y en el mundo, estamos en el pico de la temporada de huracanes con un sistema energético comprometido y nuestra infraestructura de agua potable vulnerable. Y no solo es la vulnerabilidad de nuestra infraestructura física, sino también la social: veamos el desplome en cámara lenta de nuestros sistemas de salud y de educación pública. 

A ello le agregamos la precariedad económica producida por la quiebra fiscal y el agotamiento de nuestro modelo económico y tenemos ante nosotros un país vulnerable transectorialmente. Y como estas crisis están interrelacionadas, el impacto de un evento en una tiene repercusiones en las demás.

Estamos de lleno en un estado de vulnerabilidad sostenida producida por nuestros hábitos y comportamientos individuales y colectivos.

El clima es solo la punta del iceberg de un planeta que sufre desplazamientos humanos, polarizaciones políticas, guerras, aumento significativo de las brechas sociales y económicas, reflejo de lo que varios expertos han llamado los cismas de la era moderna: el ecológico, el social y el espiritual.

“El planeta tiene fiebre”, nos advierte el profesor Rafael Méndez Tejeda, miembro del Comité de Expertos y Asesores sobre Cambio Climático en el estreno del podcast, Planeta Puerto Rico.

La fiebre es, desafortunadamente, más que climatológica. Pero vayamos a ella. Tomemos los pasados tres meses como muestra. En Puerto Rico, durante los meses de junio, julio y agosto del año pasado se emitieron 5 avisos de calor extremo (cuando la temperatura excede el umbral de los 92 grados Fahrenheit). Este año se emitieron 31, siendo junio, el comienzo del verano, el más caluroso, con más de la mitad del mes bajo aviso de calor extremo. Nuestro verano recién concluido superó por dos grados la temperatura máxima promedio del año pasado (88.8 grados vs. 90.8).

Esto tiene serias consecuencias sobre nuestra infraestructura energética (apagones) y el costo de las interrupciones, además de los impactos sobre la salud pública, en particular de los pacientes con condiciones respiratorias y cardiovasculares (véanse los estudios al respecto realizados por el Dr. Pablo Méndez Lázaro). Climatológicamente existe una temporada de huracanes, pero nuestra vulnerabilidad no termina con ella: nos enfrentamos a un período de vulnerabilidad sostenida por inacción, falta de planificación y preparación y ausencia de una política pública que nos lleve hacia una sostenibilidad integral.

No podemos tampoco negar ni minimizar el comportamiento ciudadano ante el cambio climático y nuestra vulnerabilidad. Siendo una isla, nuestros hábitos tienen un efecto mucho mayor en ella: desde el desperdicio del agua a la generación de residuos.

Sin embargo, ya en Puerto Rico hemos comenzado a dar los pasos correctos para salir de esa vulnerabilidad sistémica. El sector privado, desde las medianas y pequeñas empresas hasta las multinacionales tenemos que implantar nuestros planes de sostenibilidad, compartiendo los mismos con la comunidad y los empleados.

Ya existen empresas locales que lo están haciendo, y necesitamos más. El Pacto Global de la Organización de las Naciones Unidas, al cual algunas empresas puertorriqueñas pertenecen, es un buen punto de partida para crear un movimiento empresarial local organizado alrededor de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Los ciudadanos debemos seguir incorporando hábitos de consumo verdes y seguir educándonos sobre nuestra responsabilidad con la sostenibilidad de nuestro país y de nuestro planeta que, en fin, es para las generaciones futuras.

Y debemos seguir presionando a los gobiernos municipales y al gobierno estatal a incorporar políticas públicas centradas en la sostenibilidad con la participación ciudadana, en particular en lo que se trata de la adaptación al cambio climático.

Tenemos grandes aliados en la comunidad científica, en las escuelas y universidades junto al sector público y el sector privado. Podemos y debemos salir de este estado de vulnerabilidad sostenida, pero hay que acelerar el paso con firmeza.

Luis Alberto Ferré Rangel: En Puerto Rico

Del casi millón de empleados que la empresa privada contrata, más de dos terceras partes laboran en una empresa de capital local, por lo general un negocio de familia de pequeña o mediana escala.Ante un Puerto Rico que se apresta a recibir miles de millones de dólares - con toda la incertidumbre que ello provoca vale la pena que nuestro gobierno centre su atención particular en las casi 50,000 empresas locales que tienen que subsistir en condiciones desfavorables y precarias en nuestro mercado.
Aunque muchas empresas familiares pequeñas y medianas sucumbieron ante las diversas crisis que hemos afrontado, otras han sobrevivido y, más importante aún, nuevas emergieron durante la emergencia.
Estas empresas locales son la espina dorsal de nuestra economía y son clave para nuestra sostenibilidad social, ya que típicamente las empresas familiares son parte de una comunidad y sus raíces son profundas en todos los municipios en que hacen negocio.
Se estima que el empresariado local de pequeña y mediana escala crea un empleo por cada $100,000 que genera en ventas. En 2016 (antes de los huracanes, sismos y pandemia) se estimaba que las pymes aportaron cerca de un 13% al producto interno bruto de Puerto Rico. Para entonces, tenían una nómina acumulada de $4.7 millones.
Estas empresas familiares han logrado curtirse y hacerse fuertes durante la crisis, y aunque la competencia contra el capital global y externo es desproporcional, muchas de ellas han desarrollado estrategias de ocupación de nichos que las grandes empresas no locales no son capaces de accesar.
Agréguele a ello la capacidad de las plataformas de comercio digital y el poder que ahora tiene el consumidor local de patrocinar comercio nativo y tenemos ante nosotros la evolución de una nueva clase de empresariado local.
No todo es miel sobre hojuelas. Muchas de estas empresas aún tienen perfiles conservadores y poco adaptados al mercado actual y muchas carecen de una cultura de servicio al cliente y de innovación .
En la edición más reciente del podcast En Puerto Rico, el emprendedor y empresario Manuel Morales, Jr. habla sobre su nuevo libro, “Puerto Rico’s Economic Future: Utopia or Dystopia” donde explica cómo la dependencia en el “federalismo fiscal” ha apagado la capacidad del gobierno de incentivar creativa y poderosamente el empresariado local.
Y aunque por años diversas administraciones han intentado promover a las pequeñas y medianas empresas por medio de una serie de leyes y decretos, lo cierto es que todo ese andamiaje es de naturaleza fragmentada y miope.
“Nuestra comunidad y sector empresarial pagan impuestos putativos por conceptos de, entre otros: altas tarifas de energía eléctrica, agua, seguridad, mantenimiento, educación, salubridad y servicios de salud”, escribe Morales, Jr.
Lo que hace falta es una mirada sistémica y un plan igualmente sistémico de promoción al sector para hacer al ecosistema total uno más competitivo ante los retos de la globalización.
En tiempos de profundos cambios sociales y políticos el capital extranjero siempre buscará moverse hacia lugares más económicos y seguros. De eso Puerto Rico ha debido aprender mucho y por ello la importancia de apuntalar al capital local que no necesariamente busca emigrar, sino todo lo contrario, fortalecer nuestra economía interna.
Son contadas las excepciones de empresas locales que han logrado abrirse mercados en América Latina, Europa y Estados Unidos. La realidad es que la vasta mayoría de las empresas locales sirven a nuestro mercado interno de consumidores.
Aunque también el sector enfrenta retos sistémicos como su profesionalización y gobernanza familia-empresa, lo cierto es que subsiste, crece y se reinventa ante las adversidades que todos hemos enfrentado. Eso dice mucho de por sí y es razón de sobra para darle una nueva oportunidad.

Luis Alberto Ferré Rangel: En Puerto Rico

La ofensiva de Moscú sobre Ucrania no solo es bélica; también, sicológica. Y Vladimir Putin sabe mejor que nadie que las ondas expansivas de la desinformación y del miedo tienen un alcance mucho más amplio que las de los misiles que inmisericordemente están cayendo en distintas partes de ese país. Putin ha presionado el botón del pánico mundial con su amenaza nuclear y con ello ha desatado todo tipo de especulaciones. Esta bomba sicológica y sus ramificaciones han llegado a Puerto Rico, donde no somos inmunes a los efectos materiales de este conflicto: ya vemos el aumento del precio del litro de gasolina y pronto en las facturas de energía eléctrica. Y ese es solo el comienzo.
Con la anexión de la península de Crimea y el reconocimiento como aliadas de dos regiones prorrusas dentro de Ucrania,

Putin ha logrado mover sus fichas sobre el tablero de esa zona geográfica con sagacidad y frialdad y ahora se mueve hacia el jaque mate. Mientras tanto, la Unión Europea, la OTAN y Estados Unidos reaccionan muy tarde a lo que a todas luces parece un “fait accompli”.
Los puertorriqueños observamos esta primera guerra en tiempo real en las redes sociales y vemos cómo los ucranianos han ganado la ofensiva en el uso de todas las plataformas para ganarse el favor de la mayoría de la población mundial. Una gesta heroica.

Sin embargo, el conflicto en Ucrania, país al que ya reservistas puertorriqueños han ido a apoyar como parte de las tropas norteamericanas en Polonia y Alemania, ha puesto en jaque también a nuestro gobierno y a todos nosotros y nosotras, porque explota justo cuando comenzamos a salir de la última fase de la pandemia y ante una inyección sin precedentes de ayuda federal para la isla. A ello, agréguele los efectos post traumáticos de los huracanes, terremotos y quiebra fiscal.

Y todo, ante un Plan de Ajuste de Deuda fiscal cuyas proyecciones económicas han sido duramente criticadas por varios sectores que argumentan que no han sido realistas. Ante este escenario, se habla mucho de los fondos de “reconstrucción”, pero ello nos tienta a reconstruir para prácticas de desarrollo humano, social y de infraestructura que no han sido sostenibles. La tentación es a la reconstrucción del pasado y no hacia la transformación que nos lleve hacia un Puerto Rico y una sociedad que aprende a gobernar, gerenciar y vivir en tiempos de crisis climáticas, sociales y políticas, todas ellas interrelacionadas.

Todos los sectores del país estamos ocupados en sacar a flote el sector al que pertenecemos y ha sido notable la falta de articulación de una propuesta de país que no solo gerencie la emergencia, sino que proponga un plan de trabajo de país con nuevas coordenadas basadas en los principios de sostenibilidad, adaptabilidad y resiliencia económicas y sociales.

Hay diversos grupos de trabajo en Puerto Rico organizados transectorialmente que están activamente construyendo nuevos escenarios para estrategias sostenibles de salud y educación públicas; en prácticas de construcción y desarrollo urbano sostenibles; en estrategias de movilidad social y erradicación de la pobreza; en reducción de la violencia y muchas más (ver.www.unausa.org ).

Por espacio de 15 años, la Fundación Agenda Ciudadana ha ido recogiendo el saber ciudadano para el Puerto Rico que necesitamos en tiempos de crisis y por medio de su asociación con el Sustained Dialogue Institute (sustaineddialogue.org) y del Centro de Diálogo Sostenido de la UPR-Humacao se han capacitado cientos de personas en las competencias ciudadanas necesarias no para reconstruir, sino para transformarnos como personas y como país. Esta organización ha facilitado cientos de diálogos transectoriales y recopilado propuestas específicas para un Puerto Rico sostenible y resiliente.

En las próximas ediciones de los podcasts y vídeos de la serie En Puerto Rico (ENPR) abordaremos los temas de gobernanza ciudadana ante las crisis cuando se necesitan destrezas y competencias distintas. Cinco de ellas básicas: la del ser, las de pensar, las de relacionarse, las de colaborar y las de actuar colectivamente (ver www.innerdevelopmentgoals.org ).

En tiempos de guerra sicológica conviene recordar a Mahatma Gandhi: no responder a la violencia con violencia, permanecer centrados y calmados y ser el cambio que queremos ver en el mundo.


Luis Alberto Ferré Rangel: En Puerto Rico

Las pequeñas y medianas empresas, al igual que las grandes, se comportan como los seres humanos y no están exentas de las presiones que ejercen sobre nosotros los dramáticos cambios sociales, económicos y ambientales que enfrentamos. Constituido por empleados que son también clientes y ciudadanos, el sector privado en toda su diversidad está incorporando los principios de desarrollo sostenible en sus operaciones y visión estratégica.

Más de 130,000 organizaciones provenientes de 170 países se han afiliado al Pacto Mundial de la Organización de las Naciones Unidas para marcar la ruta que debe seguir el sector privado para asegurar la sostenibilidad social, económica y ambiental de nuestros países. (https://www.unglobalcompact.org )

Un plan de sostenibilidad corporativa incorpora esos tres pilares y, por lo tanto, entrega un resultado triple en beneficio de las personas, el planeta y las finanzas. Para una nueva generación y para unos consumidores más sofisticados y activistas ya no es suficiente que la oferta sea siempre una versión mejorada del servicio o producto. Además, entregar resultados alineados con indicadores de desarrollo sostenible aumenta la retención de sus empleados y atrae una clientela más fiel, porque la fidelidad en ambos casos no es solo al producto o al servicio, sino a los valores que representa. Si bien el campo de los planes de responsabilidad social corporativa era exclusivo de las grandes empresas, porque tenían los recursos para ello, los planes de sostenibilidad empresarial pueden ser tan sencillos o tan complejos como la dueña del negocio quiera tenerlos. Pero todos tienen tres cualidades: la dueña y la dirección del negocio están convencidos; las y los empleados, clientes y suplidores están involucrados e involucradas, y la empresa inaugura un proceso de innovación continua centrado en la sostenibilidad .

La realidad es que muchas empresas en Puerto Rico realizan ya actividades que están directamente relacionadas con una estrategia de sostenibilidad. Dependiendo de la organización, la curva de aprendizaje será mayor a menor, pero todo comienza con un proceso de educación y concienciación de los preceptos de desarrollo sostenible: su historia y su significado para las operaciones de la empresa, el futuro de nuestro país y las implicaciones en nuestro diario vivir como ciudadanos, empleados y consumidores. Del saque, ya el proceso educativo es una inversión en los empleados.

En segundo lugar, se hace un diagnóstico sobre las huellas sociales y ambientales de la empresa. Tanto un equipo de empleadas y/o consultores pueden ayudar a hacer una medida sencilla de las operaciones de la empresa: ¿Cuánta electricidad y agua consumimos? ¿Cuánta basura producimos? ¿Cuánta comida botamos? En el aspecto social nos podemos hacer las siguientes preguntas: ¿cuántas horas de servicio le dedicamos a la comunidad? ¿Qué políticas de balance vida y trabajo tengo para los empleados? O ¿cómo integro a personas con diversidad funcional, o diversidad de género o diversidad económica en mi empresa?

Puede que no nos guste del todo el retrato que emerja, pero esa realidad es la que nos permite entonces trazar un plan de acción que tenga objetivos claros, medibles, asignados, realistas y que tenga los recursos económicos y humanos para integrarlo a las operaciones diarias del negocio. Luego es imprescindible la medición constante de los indicadores y la integración de nuevos procesos de innovación.

Un plan es un plan, es un plan... La realidad es que no es sino un manifiesto de todo ese ecosistema empresarial con un comportamiento que va más allá del resultado financiero de la empresa. Y como tal es un acuerdo ético y vinculante entre empleados, dueños y clientes con el ecosistema más amplio que va más allá del empresarial.

De ahí el valor de las redes de empresas privadas comprometidas con la sostenibilidad de sus ciudades, países y el planeta. Al momento existen 70 de ellas, lo que permite al empresariado local (tanto pymes, y cooperativas como medianas y grandes empresas) vincularse con una plataforma común global, mientras atendemos las versiones locales de esos retos globales.

Entonces, un plan de sostenibilidad corporativa no solo permite vincularse a otras empresas fuera de Puerto Rico, sino que permite la vinculación de empresas puertorriqueñas que están reflejando los mismos valores de sostenibilidad y persiguiendo objetivos comunes, en vez de estar compitiendo por un pedazo del pastel del mercado que cada vez se hace más pequeño.

Un Puerto Rico y un planeta cada vez más zarandeado por crisis confluyentes e integradas (degradación de la salud, de las condiciones ambientales, despoblación, aumento de la pobreza y decaimiento de la educación pública) provoca cambios fundamentales en nuestro entorno. Un empresariado con una visión de sostenibilidad común tendrá mayor resiliencia y capacidad de adaptación en un mundo y un Puerto Rico que serán cada vez más volátiles.

Escuche el podcast En PR: Sostenibilidad e innovación, donde abordamos el tema de la sostenibilidad corporativa con Arlette Palacios, CEO de SIP Group; Vivianne Fortuño, CEO de CTI Consulting; y José Ordeix, presidente de Motorambar.

Artículos publicados en la sección de Opinión de El Nuevo Día parte de GFR MEDIA.

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